jueves, enero 10, 2008

FIRPO: MEDIOS Y CULTURA POPULAR

FIRPO: MEDIOS Y CULTURA POPULAR
Por Marcelo Méndez

La década del veinte, tan pródiga en transformaciones modernizadoras, alumbra en nuestro país los deportes de masas. El boxeo argentino, que aquí nos ocupa, se estructuró y popularizó en esos años. Si bien el primer club fue fundado en 1908, es en ese decenio crucial cuando gana un lugar entre los deportes más difundidos, mientras que su pretérita práctica en los sectores aristocráticos, ya obtenidos sus últimos logros, se encamina hacia la desaparición. La Federación Argentina de Box data de 1922, y recién en 1924 se legaliza la práctica en Buenos Aires, que había subsistido clandestinamente, haciendo pie en Avellaneda, ciudad en la que sí era permitida. Organizarse, difundirse y, consecuentemente, popularizarse, son las operaciones que traducen lo que fue la modernización en el ámbito del box.
¿Por qué focalizar el interés en la modernización de esta práctica deportiva si, como se señaló, eran años donde este tipo de procesos abundaban? Creemos que la modernización del boxeo merece ser estudiada con atención por cuanto exhibe de manera ejemplar –y esta es una de las hipótesis que guía este trabajo- el carácter periférico que signa a las modernizaciones argentinas: en el mismo momento en que el campo boxístico argentino se constituye, lo hace erigiendo al campo boxístico estadounidense como centro pues dicha constitución deriva directamente de la incursión de Luís Ángel Firpo en ese centro. La primera prueba palpable de este cerrado lazo entre centro y periferia es que, aún en sus épocas de mayor esplendor, el ámbito porteño fuera considerado una escala de un trayecto que debía, para completarse, terminar en el norte. Desde la literatura, Bernardo Kordon logró apresar en dos palabras esta tensión entre lo local y lo extranjero, cuando tituló “Kid Ñandubay” (1961) al relato donde se narran las peripecias de un boxeador modesto. Une así el apodo particular litoraleño con el genérico norteamericano (“pibe” es exclusivo del fútbol); el punto de partida con el hipotético punto de llegada. Buenos Aires debía ser, desde la óptica de la gente del boxeo, una etapa importante pero transitoria.
Aún considerando el carácter periférico del campo boxístico argentino con respecto al norteamericano, se trata, a su vez, de un campo relativamente autónomo de los acontecimientos políticos y económicos pues, para decirlo con Bourdieu, funciona con un sistema de instituciones y de agentes propios que permiten establecer una cronología específica.
Uno de los modos de abordar el funcionamiento de este campo boxístico, periférico pero relativamente autónomo, es a través del análisis de la relación existente entre la popularidad del boxeo y la figura de Luis Ángel Firpo. Si el boxeo como espectáculo requería, para conformarse sólidamente, de la aparición de un boxeador excepcional, de alguien que hiciera cristalizar las condiciones que la época ofrecía, Firpo fue ese boxeador. Porque fue Firpo quien, después de ganar tres peleas en su primera gira a Estados Unidos en 1922, se convirtió en ídolo nacional. Y fue Firpo quien reafirma su carácter de ídolo nacional después de su segunda gira de 1923, en la cual ganó diez peleas, pero perdió frente a Jack Dempsey, por el título mundial, pese a haber arrojado al campeón fuera del ring.
Si esta conversión en ídolo nacional es posible, y si es posible que los sectores populares urbanos sientan como propias las lejanas hazañas de Firpo, es por el peso decisivo que los medios gráficos tuvieron en la construcción de su figura. A partir de esta hipótesis, en este trabajo se analizarán los modos en que Firpo fue presentado a sus lectores por publicaciones muy diferentes. Desde ángulos diversos, todas ellas fortalecieron la incorporación de un boxeador —y con él la del boxeo todo— a la cultura popular. Es que, según podemos afirmar, en la década de 1920, los medios gráficos y el boxeo tienen a la modernización como meta común. A su vez, esta modernización del boxeo opera en el marco de un proceso de modernización urbana que convierte a Buenos Aires en “la gran ciudad”. Entendida como una categoría más ideológica que demográfica, la ciudad moderna implica la existencia de ciudadanos anónimos, predispuestos a ser receptores de espectáculos novedosos; en otras palabras, implica la existencia de una demanda social que la oferta de los medios estaría llamada a satisfacer. Desmontar el dispositivo Firpo / medios masivos de comunicación permite leer los vaivenes de una modernización arquetípica.

UN JUNINENSE EMPRENDEDOR
Existe un puñado de datos biográficos de Luis Ángel Firpo ajenos a la máquina informativa que amplificaría sus hazañas. Nació en Junín en 1894. Cruzó sus primeros guantes hacia 1914 en el International Boxing Club de Buenos Aires, que un grupo de jóvenes socialistas había fundado un año antes, pero su carrera comienza verdaderamente en 1917 y 1918 combatiendo en Uruguay y Chile. Una evidente audacia y al parecer su conocimiento de que el campo boxístico de Estados Unidos era el único que posibilitaba la consagración, lo llevan por primera vez a ese país en 1922. Es el primer boxeador argentino que llega a Estados Unidos y, en su caso, se trata de una auténtica “patriada”, ya que viaja solo a un ambiente donde es un completo desconocido pese a que ya era campeón argentino y sudamericano. Como ya mencionamos más arriba, gana las tres peleas que realiza. Con este acicate emprende la gira de 1923, que incluye la legendaria pelea con Jack Dempsey. Se retira por primera vez en 1926 aunque en 1936, ya demasiado veterano, retorna a los rings. Vapuleado durante esta intentona, cuelga los guantes definitivamente.
Es sobre esta trayectoria, sin dudas brillante, que los medios descargarán toda su batería de operaciones para convertirlo en ídolo popular. Si los procedimientos de la prensa norteamericana habían transformado a este robusto boxeador juninense en el “Toro Salvaje de las Pampas”, buscando dar así una pincelada de exotismo, en Buenos Aires se redoblará la apuesta, ungiéndolo en máximo representante del coraje nacional. Los medios argentinos, duchos en metáforas camperas, aceptarán con naturalidad la equiparación de Firpo con un toro salvaje. Confiados en sus posibilidades, apuntarán a hacer de él un “torazo en rodeo ajeno”.
Esta conocida sentencia del Martín Fierro funciona como una síntesis de lo que se expondrá a continuación, ya que concentra todos los argumentos que los medios desplegarán en la construcción de la figura de Firpo como ídolo del boxeo y en la colocación de nuestro boxeo dentro del eje nacional/internacional. Implica, desde el vamos, un doble reconocimiento: el de la capacidad de Firpo —torazo en cuestión— y el de la ubicación periférica del campo boxístico argentino, necesitado de un “rodeo ajeno” para legitimarse.

1923: LA GIRA Y LOS MEDIOS
Entramos ahora de lleno en el análisis de la cobertura que los medios gráficos hicieron de la segunda gira de Firpo. El corpus que consideraremos incluye la revista El Gráfico, publicación periódica que participó activamente en “la construcción del imaginario masculino de clase media” de la época, y los diarios La Nación y Crítica, que no sólo se dirigen a públicos muy diferenciados, sino que lo hacen después de sendas autoadjudicaciones de sus respectivos roles en la sociedad. La Nación, que fuera desde su fundación herramienta política del mitrismo decide, en 1909, abandonar el partidismo acrítico y dirigirse al conjunto de las clases dirigentes argentinas, mientras que Crítica, marcadamente conservadora hasta 1923, produce, justamente el 18 de abril del año en que tiene lugar el hecho que nos ocupa, un explícito viraje presentándose como “la voz del pueblo” y definiendo así su universo de lectores.
Antes se señaló la necesidad de legitimación de un campo boxístico periférico. Para los tres medios gráficos consultados, actores activos en el proceso de consolidación del campo del boxeo, esta legitimación se obtendría incorporando los modos y el estilo del boxeo norteamericano. Por tanto, se trata de un planteo que no exigiría, o mejor dicho que no aceptaría, ninguna distinción técnica que particularice la “argentinidad” del boxeador. En este sentido, esta postura se diferencia notablemente de la reivindicación de un estilo nacional propio para el fútbol argentino que la revista El Gráfico hace explícito en los mismos años en que Firpo era una figura excluyente. Eduardo Archetti ha demostrado como, intencionadamente, las notas sobre fútbol en esta revista fueron, también, notas sobre la nacionalidad y la particularidad de lo argentino .

IMPORTACIÓN DEL CROSS, EXPORTACIÓN DE LA GAMBETA
Las estrategias desarrolladas por el boxeo y el fútbol argentinos en la consolidación de un campo propio, cuyo desarrollo fue casi simultáneo, se diferencian de un modo tajante. Si el boxeo constituyó su campo asumiendo la centralidad del norteamericano, el fútbol, por el contrario, muy tempranamente proclamó su independencia respecto del estilo europeo practicado por los ingleses que lo trajeron al país finalizando el siglo XIX. La versión que presenta El Gráfico limita de hecho la influencia de éstos a la difusión del reglamento y a un corto predominio inicial que se clausura cuando en 1913 el Racing Club gana el campeonato sin británicos en el equipo. En ese breve lapso maduró el “dribbling” (“gambeta”), sinécdoque de todo aquello que volvería a los rioplatenses distintos y superiores: “de por sí solo, aquel football inglés técnico, pero monótono, no habría logrado ejercer la influencia requerida por el espíritu de nuestras multitudes... y tuvimos que adornarlo con el dribbling que encandila las pupilas y nos produce una inefable satisfacción interior pues comprobamos que es patrimonio de estas tierras...y contra la fuerza de los corpulentos adversarios el criollo sorteo obstáculos y marcó goals. El físico musculoso se estrelló contra la habilidad, contra la clase”.
De esta manera, y a través del fútbol, los más prestigiosos columnistas de El Gráfico intervienen en el debate sobre la argentinidad omnipresente en los años veinte. El problema reside en que esta firme toma de posición, sumada al liderazgo que en materia de popularidad ya había asumido el fútbol en el ámbito deportivo, deja al boxeo muy desacomodado, aún tratándose éste de otro deporte muy popular, ya que “al despojar a lo criollo de la sola presencia de la fuerza y el coraje para convenir en la virtud máxima del “dribling”, precisamente una jugada que elude el choque corporal (y) evita el contacto físico con el rival”, El Gráfico cierra el camino a un eventual acriollamiento del boxeo, y refuerza su dependencia respecto del campo norteamericano. No sorprende entonces que la misma revista que considera la habilidad de los futbolistas un don que el “potrero” concede a los “pibes”, recomiende, en uno de los momentos de mayor éxito de la gira de Firpo por Estados Unidos, que “aunque admitamos que ya no tiene Firpo serio rival”, antes de enfrentar a Dempsey, “le será útil para mejorar sus conocimientos un combate o varios más”. Los futbolistas criollos “nacen” futbolistas, los boxeadores tienen por delante un duro aprendizaje en el extranjero.

FIRPO EN EL GRÁFICO
La cita con que se cierra el apartado anterior resume la postura de El Gráfico frente al caso Firpo: antes que una adhesión fervorosa, predomina una voluntad de cooperación expresada mediante consejos de tono “paternal”, siempre enmarcados por frondosos análisis. En el mismo sentido, la revista señala en alguna oportunidad su preocupación por el entrenamiento de Firpo y por la organización de una de sus peleas . Todos estos recaudos se originan en el gran respeto que El Gráfico siente por Jack Dempsey, al que no considera un fácil obstáculo a remover sino un gran campeón a desafiar. La revista incorpora notas de especialistas norteamericanos que refuerzan esa creencia, al destacar que Dempsey se encuentra inactivo por falta de rivales . Justificando la prudencia de la revista , sus cronistas no lo consideran el único challenger posible para el campeón sino que lo agrupan junto a otro par de nombres.
Si bien el optimismo irá ganando las páginas de El Gráfico cuando Firpo entre en la recta final de su camino hacia el título (¡Hacia Dempsey!) , la revista nunca dejará de lado cierta intención pedagógica paralela al costado estrictamente deportivo . Persistirá también la opción por el análisis frío antes que por la crónica apasionada. Esto marcará tanto una distancia frente a Firpo, extensible a los lectores —la distancia del analista frente a su objeto—, como una prudente mesura al abrir juicio sobre sus posibilidades, fruto justamente de ese cuidadoso análisis. Aquí pesa, sin duda, que para El Gráfico Firpo todavía no pasó por su “rito de iniciación norteamericano”.

FIRPO EN LA NACIÓN
Lo primero que debemos decir acerca de la cobertura que La Nación hace del tema, es que el espacio que le da en la diagramación del diario respalda notablemente una de nuestras hipótesis. Como es sabido, las primeras páginas de La Nación son ocupadas por las noticias internacionales. El diario que informa a las clases dirigentes sabe que los sucesos que afectan con más fuerza a un país como la Argentina se originan muchas veces más allá de sus fronteras. Y en este sentido, aunque La Nación tiene una sección dedicada al boxeo en las páginas deportivas que cierran cada edición, los prolegómenos de la pelea Dempsey-Firpo se publican todos los días (lo que ya de por sí es inédito y se debe a que uno de los contendientes es argentino) en la página tres, corazón de la sección “Internacionales”, en la sección titulada “El sport en el exterior”. Firpo es “nuestro hombre en Nueva York”. Al distribuir de este modo la información, separando las notas sobre Firpo de las notas dedicadas al deporte local, La Nación lo señala, involuntariamente, como el hombre de la periferia que está haciendo historia en La Meca del boxeo.
Por lo demás, la posición que el diario toma frente a la pelea no difiere demasiado de la que adopta El Gráfico: el seguimiento atento de las actividades de Firpo, con una distante mesura, sin ahorrar críticas cuando lo considera necesario (“la edad hizo que Willard se desplomase bajo los punches de Firpo cuando parecía que le era posible vencer” ). El carácter de su entrenamiento es sometido, también en este medio, a una polémica constante. Evidentemente la independencia con que encaraba su preparación también cargaba con la marca negativa que los medios aplicaban contra todo rasgo “criollo”, y contrastaba con el equipo que, ya por entonces, rodeaba a los púgiles norteamericanos, que a la vez de ser un respaldo deportivo, oficiaba de correa de transmisión entre el boxeador y los organizadores del negocio del boxeo, quienes son muy tenidos en cuenta y hasta entrevistados por La Nación . La figura de Dempsey es muy respetada y, en ocasiones, hasta priorizada frente a la de Firpo . El diario alienta la victoria de Firpo pero deposita el monopolio del saber en los especialistas norteamericanos. Son éstos quienes componen la amplia mayoría de los consultados sobre el resultado de la pelea a partir del 9 de septiembre (¿Quién triunfará en el match del viernes? Algunas opiniones de los críticos estadounidenses). De todos modos, y aunque consideran a Dempsey el favorito, estos críticos no descartan una victoria de Firpo.
La pelea llega a la tapa del diario el 11/9, a tres días de realizarse. Ahora sí, la atención se centra en Firpo: “Si gano el campeonato será una victoria de Firpo, argentino, entrenado por argentinos”. Se repasa la biografía del desafiante y la historia del campeonato mundial de pesos pesados. Finalmente, el día del enfrentamiento titula: “Firpo disputará esta noche el título mundial de todas las categorías”, relegando a cualquier otra noticia –hecho este muy inhabitual, consecuencia indudable, otra vez, de la presencia de un argentino- y extendiéndose sobre el operativo con el que el diario informará sobre el resultado del combate: megáfono transmitiendo round por round desde los balcones de la redacción, letreros luminosos con el nombre del ganador, reflectores de diferentes colores (según quien fuera el ganador) sobre el pasaje Barolo y suelta de globos.
La derrota marca el fin del fugaz romance entre La Nación y el popular boxeador. La primera plana antepone nuevamente a Dempsey y vuelve al formato habitual, que separa con un módico punto noticias incompatibles: Dempsey retiene el campeonato mundial de boxeo. Primo de Rivera formará el nuevo gabinete español . En las páginas interiores, el abrupto retroceso del entusiasmo reinstala el análisis desapasionado. Se reconoce la meritoria actuación de Firpo, pero puesta a la par de la de Tex Rickard, “extraordinario organizador”. Respecto de la caída de Dempsey fuera del ring, La Nación lamenta que le haya dado al campeón tiempo de recuperarse (se entiende: de haber caído dentro del cuadrilátero, Firpo hubiera tenido a su merced a un adversario disminuido) pero omite el punto central: al sobrepasar largamente los diez segundos la recuperación de Dempsey, Firpo debió haber sido declarado vencedor. El diario guarda silencio sobre la evidente complicidad del árbitro. Recién en 1978, demás esta decir que apagada toda reverberación del match, La Nación publica una biografía de Firpo en forma de comic, en la sección “Héroes de nuestra tierra” que comparte el espacio con la sección de chistes, donde el juez de la pelea se ahorca agobiado por la culpa. Pero en 1923 el diario muestra que, si bien toda la cultura de los países centrales lo seduce, sabe jerarquizar. Así, privilegia el show-business frente al fair play y se desentiende de los legítimos reclamos de Firpo.

FIRPO EN CRÍTICA
La flamante decisión de Crítica de constituirse en “la voz del pueblo” encuentra en la gira de Firpo una ocasión verdaderamente propicia para manifestarse. Para ello tomará una postura casi siempre inversa a la de los medios ya analizados. El objetivo capital es mostrar que el diario, el pueblo y Firpo forman una unidad indisoluble. Firpo como una musculosa proyección del sólido bloque que conforman Crítica y sus lectores. La distancia con respecto al boxeador que el predominio del análisis razonado establecía en La Nación y El Gráfico, desaparece en Crítica gracias a la confluencia de dos estrategias: por un lado, el análisis no se extingue pero es reemplazado en gran medida por la crónica; por el otro, durante toda la gira se escribe sobre Firpo dándole un anticipado trato de campeón. Veamos estos procedimientos más en detalle.
La primera estrategia es una respuesta impuesta al diario por los tiempos del boxeo. Hacer el seguimiento día a día de una campaña deportiva que dura más de un año pero cuyos acontecimientos concretos (las peleas) se producen, con suerte, mensualmente, debido al tiempo que demanda la recuperación física de los boxeadores, es todo un problema. Para resolverlo, Crítica hace coexistir dos figuras periodísticas casi antagónicas: el reporter y el cronista. El primero aporta el discurso netamente informativo. Transmite la noticia breve y “aséptica”, aprovechando al máximo los avances tecnológicos. El cronista, por su parte, trata la información desde el discurso narrativo, ya que la crónica, como explica Julio Ramos “es una forma periodística al mismo tiempo que literaria. Es un lugar discursivo heterogéneo”. Su aplicación al seguimiento de la campaña de Firpo, en detrimento del análisis “objetivo” predominante en los otros medios, será decisiva. La crónica da una sensación de continuidad que el análisis puntual no puede transmitir. No depende totalmente de la noticia sino que dispone de un margen para marcar su propio camino.
La combinación de procedimientos da resultado: contra los ritmos físicos propios de la actividad boxística, el diario consigue trabajar la larga duración, en la cual los días se hilvanan sin que decaiga el ritmo informativo. Más aún, dicha combinación aporta a la cobertura de la gira algunas cualidades del folletín, con un argumento central que reside en la crónica, frente al que los cables noticiosos abren distintas líneas textuales posibles, muchas de las cuales se cerrarán en los días siguientes, cuando, de todos modos, continuarán abriéndose otras. A modo de ejemplo: “The Evening Post acusa a Brennan de tirarse a la lona en la pelea contra Firpo” , “Brennan abandona el boxeo por los golpes recibidos” . Estructura en árbol, repeticiones, acumulaciones, son entonces recursos folletinescos que, sumados, conforman la manera en que se dispone la información que va llegando de Estados Unidos con el objeto de mantener vivo el interés del lector hasta el día siguiente.
La segunda estrategia es visible en el contenido de estas formas que se combinan. Como señalamos, se llama a Firpo repetidamente “el futuro campeón mundial”. Esto puede darse, por ejemplo, al mismo tiempo que se fustigan los reparos ante sus posibilidades que ponen los chilenos, de quienes se dice que “chocarán contra esa fuerza incólumne y avasalladora que es el sentimiento popular” o cuando un uruguayo que lo venció en sus comienzos menoscabe sus méritos. La tradicional creencia argentina de ser envidiados por los países vecinos se aviva para que de la confrontación de opiniones Firpo emerja fortalecido. A partir de la precedente afirmación de Crítica, la fuerza de sus puños y la del sentimiento popular se han unido.
Esta vinculación entre nacionalismo y discurso deportivo está muy presente en el diario pero coexiste con la idea generalizada de que el boxeo argentino debe amoldarse al norteamericano. Sólo que para Crítica, a diferencia de los otros medios, la adaptación ya ha sido completada por el “futuro campeón”: el 11/4/23, después de una detallada crónica del triunfo ante Brennan se subtitula “Hay que creer en Firpo o reventar” y “Firpo for ever”. Junto al argentinismo del primero, el título en inglés funciona como un derecho de lengua ganado en combate.
Tras la adaptación exitosa y en consonancia con el trato de “futuro campeón” que ésta reafirma, el diario invierte los términos: ahora son los Estados Unidos quienes parecen estar pendientes de Firpo. “Firpo da la largada de la maratón de Nueva York, hecho por el que Dempsey le envía un telegrama de felicitación” , “Firpo, hospedado en el Plaza Hotel, distribuye 500.000 $ entre los menesterosos” . Y, de acuerdo a la política central del diario, todo el pueblo argentino adquiere transitivamente ese protagonismo.
La voluntad popular por apuntalar a Firpo aparece representada en el diario de muchas formas, y bajo distintos formatos o géneros discursivos. Cuando se avecina el enfrentamiento con Dempsey estas modalidades aumentan y se diversifican: así, caben desde la publicación de una nota que da cuenta de que “señoritas argentinas le obsequian a Firpo el pantalón del combate” , gesto que inevitablemente se asocia al de las damas mendocinas preparando la bandera para los granaderos de San Martín, hasta la transcripción de una sumamente extensa oda dedicada a Firpo, firmada por el aficionado Félix Márquez, de la que éste es sólo un mínimo extracto:

“Al terror de los campeones
al verdadero argentino
ante vos Firpo, me inclino,
venerando tu poder:
porque mantenés bien alta
mi azul y blanca bandera
y porque aquí y donde quiera
tú la sabes defender”

La gran pelea es inminente y ya nacionalismo y discurso deportivo, desde siempre cercanos, aparecen directamente fundidos. “Clases humildes, burguesas y aristocráticas coinciden en su ansiedad” . Y del mismo día: “colecta de empleados públicos para enviar mensajes de saludos”. El diario publica un suplemento repasando la trayectoria de Firpo, con abundante material fotográfico. La publicidad también aprovecha el clima de anticipado festejo: “Vino Luis Ángel será el campeón de los vinos generosos” . El día de la pelea, tal como lo hace La Nación, Crítica instruye a sus lectores sobre el operativo mediante el que anunciará el resultado (si éste es favorable a Firpo, con bombas de estruendo, que al explotar iluminarán el espacio con colores azul y blanco , si es desfavorable, bombas de estruendo rojas) y pide pronósticos a políticos, deportistas e intelectuales.
Consumada la derrota, el diario prefiere destacar un triunfo: el de la International News Service, que le permite a Crítica tener la primicia de que pasaron diecisiete segundos desde que el campeón fue arrojado del ring hasta que estuvo nuevamente en condiciones de presentar pelea. Aquí sí, encontramos un cable que baraja la posible suspensión del árbitro por tamaña irregularidad. Más aún, el corresponsal de Crítica afirma que “la actuación del arbitro fue muy incorrecta” , puntualizando que, aunque estaba pactado de antemano retirarse a un rincón neutral cuando se produjera una caída, Dempsey permanecía de pie al lado de Firpo caído para volver a derribarlo en cuanto se levantaba. Al día siguiente el diario se pregunta como pudo contar el arbitro solamente nueve segundos cuando el campeón cayó fuera del ring . Pero, bien o mal, Firpo había perdido y, como desliza Julio Cortázar en uno de sus primeros cuentos, grandes sectores sintieron esa derrota como propia: “vino la pelea Firpo-Dempsey y en cada casa se lloró y hubo indignaciones brutales, seguidas de una humillada melancolía casi colonial”. El éxito de las operaciones de Crítica invita a imaginar a muchos de sus lectores entre quienes reaccionaron de esa forma.

CONCLUSIONES
A medida que los adversarios se desplomaban bajo la potencia de sus puños, la campaña de Firpo dejó de ser una aventura solitaria para transformarse en una causa deportiva nacional. Así la consideraron los medios gráficos, que fueron exigentes con Firpo en lo que refiere a su estilo y al modo de encarar el oficio y retribuyeron con generosas páginas la respuesta favorable a estas exigencias. Esta generosidad no era casual. Los medios, en pleno proceso de expansión, vislumbraron la incipiente popularidad del boxeo y la fogonearon con un ímpetu que resultó determinante.
Como sucede con todo fenómeno popular y masivo, el auge del boxeo no quedó encapsulado en los sectores populares sino que, sobre todo ante el enfrentamiento de Firpo y Dempsey, atravesó a toda la sociedad. Por ello es que pudimos hablar de distintos medios, que interpelaban a lectores también distintos, involucrados en la difusión de este deporte y comparar el éxito obtenido por las operaciones que pusieron en marcha a tal efecto.
Como vimos, más allá de la demanda generalizada por derrotar a los norteamericanos imitando su forma de combatir, los medios consultados separan sus políticas. Ya sea por un marcado didactismo que, así como dicta cátedra en fútbol ubica a Firpo en el lugar de alumno en boxeo (El Gráfico), o por un excesivo respeto hacia la industria boxística estadounidense (La Nación), vemos en ambos una primacía del análisis despojado de emoción aplicado a todas las acciones de Firpo. Esto no impide leer el apoyo a la empresa del argentino, pero establece una distancia imborrable entre estos medios y el boxeador. Anular esta distancia, por el contrario, es el eje del seguimiento que Crítica hace de la gira, en sintonía con la política de ser “la voz del pueblo”. Sostenemos que este movimiento convierte a su cobertura en la mejor lograda. Aún considerando que era el diario que leían mayoritariamente los sectores populares, Crítica se propone al pueblo como su voz y le ofrece como sus puños a los de Firpo, con quien parece haber tejido una sólida relación (por ejemplo, refiriéndose a Crítica, escribe Firpo que se trata de una “publicación que me mostró sincera amistad cuando inicié mi campaña en los EE.UU, época en que mis amigos eran pocos” ). Así las cosas, casi no había espacio para que la balanza popular se inclinara hacia otro medio. Curioso y sintomático es que, habiendo montado La Nación un operativo tanto o más fastuoso que el de Crítica para difundir el resultado de la pelea por el campeonato la memoria popular sólo registre este último. En efecto, la multitud agolpada frente a la parafernalia de luces y sirenas preparada ante la redacción de Crítica aquella noche de 1923 es un momento culminante de la modernización de Buenos Aires.
De más está señalar que la buscada unión entre Firpo y los lectores no se consigue meramente procurando la empatía de éstos con el boxeador. Hay características del diario Crítica y también de los boxeadores de peso pesado que justifican el alto grado en que dicha unión se produce. Como ya sugerimos al comentar la manera aluvional con la que el diario narra las semanas previas a la pelea, la cotidiana apertura y clausura de posibles narrativos que produce, Crítica encuentra en el tema un campo fértil para sembrar lo que constituye la base de su estilo y su sello permanente: la desmesura. Unas líneas de Norman Mailer, escritor que siempre ha seguido el boxeo muy de cerca, explicarían la naturalidad con que la desmesura se adapta a la naturaleza de los campeones de peso completo: “los pesos livianos, medio-livianos y medianos pueden ser excepcionales y de fantástico talento: están siempre en su lugar. El mejor liviano del mundo sabe que un mediano fuera del ranking lo derrotará la mayoría de las veces, y el mejor mediano del mundo lo matará la mayoría de las veces (...) el campeón mundial de los pesados es el hombre más duro del mundo o no es nada. Es como el dedo gordo del pie de Dios: no existe patrón para medirlo.” Y así es como Crítica encuentra, de manera casi fortuita, la garantía del éxito para sus eficaces operaciones: la desmesura, que desborda todas las secciones del diario, resulta ser la única medida aplicable a los pesos pesados.
El dispositivo que Crítica modela puede ser visto ahora en su totalidad: se hace el relato desmesurado de una gira en la que el pueblo tiene su lugar junto al gigante que pelea gracias al cronista que oficia de intermediario. Veámoslo en funcionamiento: apenas consumada la victoria sobre Brennan “el cronista besa a Firpo, sin poder contenerse” . El gesto se comprende cuando leemos que, durante la pelea, en la que el argentino dice que no siente los golpes pero “escucha, aún en los peores momentos, el aliento de los hispanoamericanos presentes” , un cabezazo de Brennan mancha de sangre a los dos boxeadores, al árbitro y “al corresponsal de Crítica que estaba telegrafiando a Buenos Aires” (las cursivas son nuestras). La escena es tan eficaz como imposible de reconstruir al pie de la letra. Sin ambages, se está afirmando que por intermedio del diario todo un pueblo se halla al borde del ring. Este pueblo es “escuchado” a su vez por su campeón y salpicado por su sangre (que es, de todos modos, sangre de ese pueblo). Sólo que, en los hechos, es Crítica quien representa al pueblo como tal. Unión con el boxeador y desmesura: la estrategia y la seguridad de que los procedimientos no tendrán punto de saturación. Crítica encuentra en Firpo una figura ideal para desplegar su estilo.

Una noche de 1923 noventa mil neoyorquinos enmudecieron. Un boxeador llegado desde los confines del campo boxístico estuvo durante diecisiete segundos en orgullosa soledad sobre el ring más importante del mundo, mientras su rival intentaba desembarazarse de la maraña de periodistas y equipos de transmisión sobre los que había aterrizado. Los medios gráficos argentinos, cada cual a su modo, llevaron la noticia a multitudes enfervorizadas y con ese primer gesto, contribuyeron decididamente a que el boxeo arraigara para siempre en la cultura popular argentina.


NOTAS

A este box de aristócratas, más precisamente a la figura de Jorge Newbery, alude el comienzo del tango “Corrientes y Esmeralda”: “Amainaron guapos junto a sus ochavas cuando un elegante los calzó de cross”.
Eduardo Archetti señala que “en la década siguiente, con la expansión de la práctica del boxeo y su creciente popularidad (estos boxeadores) no eran una excepción sino que habían desaparecido de los cuadrilateros del país” en Archetti, E., El potrero, la pista y el ring. Las patrías del deporte argentino, Buenos Aires, F.C.E, 2001, pp. 101
Kordon, B., Alias Gardelito, Buenos Aires, Galerna, 1961
Bourdieu, P., Sociología y cultura, México, Grijalbo, 1990, pp. 194-195
Así explica Aníbal Ford como tomaban forma estos acuerdos: “Los medios avanzaron sobre esto desde una lógica que no era la del saber transmitido escolar, institucional o estatalmente, sino desde la dinámica de pequeñas empresas “aventureras”...que establecián...un complejo y “negociado diálogo con las culturas de las clases populares” en Ford, A., Navegaciones. Comunicación, cultura y crisis, Buenos Aires, Amorrortu, 1996
Sarlo, B., Buenos Aires 1920-1930. Una modernidad periférica, Buenos Aires, Nueva Visión, 1988
Archetti, E., en “El imaginario del fútbol: estilo y virtudes masculinas en El Gráfico” en Punto de Vista, Nº 50
Vease Ricardo Sidicaro., La política mirada desde arriba. Las ideas del diario La Nación 1909-1989, Buenos Aires, Sudamericana, 1993
Saítta, S., Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pp. 64-65
Había un fuerte respeto por algo que podríamos llamar “the american way of fight”. En rigor, pasarán años hasta que la escuela de box mendocina imponga una impronta propia, análoga si se quiere a la de nuestro fútbol, que haga un arte del esquive de los golpes.
Archetti, E., “El imaginario del fútbol: estilo y virtudes masculinas en El Gráfico” en op. cit., Nº 50, noviembre 1994
Dificilmente podría haberse dado de otro modo. Mientras que el fútbol inglés se presenta a los ojos argentinos como un simple estilo de juego propio de aficionados extranjeros radicados en la Argentina, el boxeo norteamericano –al modo de su cine- lo hace como una industria del espectáculo que sólo ofrece oportunidades a quien se involucre en ella.
Borocotó, en El Gráfico Nº 467, 1928, p.8. Citado por E. Archetti en “El imaginario del fútbol: estilo y virtudes masculinas en El Gráfico” en Punto de Vista, Nº 50, 1994
Archetti, E., en op. cit, p. 39
El Gráfico, 12/5/23
El Gráfico, 20/1/23
El Gráfico, 6/1/23. Corresponde aclarar que debido al racismo imperante no se permitía al campeón pelear contra púgiles de raza negra.
El Gráfico, 6/1/23
Tapa del número correspondiente al 10/2/23
“Luís Ángel Firpo en momentos de subir al barco para Brennan y después Dempsey. Su amigo lleva su único vicio: yerba mate. El Gráfico consideraba que “el boxeo es para desarrollar el instinto combativo del hombre y para enseñar la defensa propia, sin armas, lo cual es noble y leal, constituyendo un bien para el hombre y para el Estado (13/1/23, acompañado por una foto de niños boxeando)
La Nación, 2/9/23
La Nación, 4/9/23
“ Dempsey declara que ya está listo” La Nación, 8/9/23
La Nación, 15/9/23
En este sentido es evidente la ventaja del fútbol que permite a la prensa trabajar lunes, martes y miércoles con los “ecos” de los partidos del domingo anterior, y jueves, viernes y sábado con los pálpitos para el próximo.
Ramos, J., Desencuentros de la modernidad en América Latina, México, F.C.E., 1989, p. 111
Algunas, sin embargo, se confirman e influyen sobre la crónica.
Crítica, 13/3/23
Crítica, 12/4/23
Véase Eco, U., “Eugene Sue: il socialismo e la consolazione” en Il superuomo di massa; retorica e ideologia nel romanzo popolare, Milano, Bornpiani, 1976
Crítica, 10/4/23
Crítica, 21/5/23
Crítica, 28/12/23
Crítica, 9/9/23
Crítica, 11/9/23
Crítica, 1/9/23
Crítica, 14/9/23
Crítica, 15/9/23
“El pueblo se pregunta: ¿No ha perdido Dempsey al caer fuera del ring” en Crítica, 16/9/23
Cortázar,J., “Circe” en Bestiario, Buenos Aires, Sudamericana, 1986
Crítica, 23/5/23
Véase Saítta, S., op. cit., Buenos Aires, Sudamericana, 1998
Mailer, N., “El rey de la colina” en Temas actuales, Buenos Aires, Emecé, 1973
Crítica, 11/4/23
Crítica, 24/5/23
Crítica, 11/4/23

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